martes, 13 de julio de 2021

Más de siete iglesias fueron quemadas en Canadá como represalia por los niños amerindios asesinados en varios internados desde fines del siglo XIX. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha criticado a la Iglesia Católica y al Papa por no pedir disculpas a los indígenas canadienses, pero luego condenó los propios ataques a los templos. ¿Acaso Justin Trudeau hará justicia por mano propia? ¿Cómo pretende castigar a una de las instituciones más genocidas y liberticidas de la historia de la humanidad, la misma a la cual pertenece?

Tanto Trudeau y el Papa saben que el jesuita Belarmino fue el mayor asesino de su institución, quien luego fue beatificado y canonizado por el papa Pío XI. La historia de la Iglesia en su totalidad ha sido la historia de la canonización del mal y el pecado. Hasta el Diablo estaría orgulloso. La única injusticia importante que reconoció la Iglesia en toda su infame historia fue la cometida contra Galileo Galilei y demoró prácticamente cuatro siglos.

Trudeau le solicita ahora una disculpa pública al Papa ¿Cree que se la dará? ¿Si así lo hiciera, con este acto considera que se habría logrado justicia divina?




viernes, 4 de junio de 2021

"Eumeswill" o el sueño del anarca

Este texto de Milagros Mata Gil se publicó por primera vez en Prodavinci el 16 de febrero de 2013.



Ernst Jünger, escritor, filósofo, novelista e historiador alemán.


“El paso más rudimentario hacia la libertad


es liberarse de toda servidumbre política”.


Ernst Jünger


Un anarca no es un anarquista. Es alguien que rescata la soberanía individual. Citando a Benjamin Tucker, pensador del siglo XIX: Si uno tiene el derecho de gobernarse a sí mismo, todo gobierno del entorno es una tiranía, es decir, aunque tiene muchas variantes, la concepción del anarca preconiza un equilibrio entre libertad y orden. El pensamiento anarca (que se opone al de anarquismo) influyó grandemente en otros pensadores, entre ellos Friedrich Nietszche. De allí lo toma y lo modifica Ernst Jünger, en su magnífica novela Eumeswill, publicada en 1977.

El asunto de la novela es muy claro: en un futuro sin fecha, el viejo orden mundial ha estallado en millares de ciudades-estado. Eumeswil, situada en algún lugar del Norte de África, está gobernada por un tirano llamado el Cóndor, que dirige los destinos de todos desde la alcazaba que domina la ciudad. El nombre deriva de Eumenes, diádoco de Alejandro Magno, y es posible que Jünger lo utilizara como metáfora de su propia biografía, pues, como él, Eumenes fue escribano y soldado.

En esta novela, un historiador, Venator, entra al servicio del tirano como servidor de la mesa, lo que le permite observar de cerca la conducta, los vaivenes ideológicos, las represiones y las angustias del mismo. Es preciso resaltar el carácter amo-siervo que preside la relación entre ambos personajes, pues esa servidumbre es lo que permite al sirviente resaltar su libertad de espíritu. Estar cerca del poder le permite observarlo, reflexionar sobre su condición y buscar la forma de sobrevivir bajo su dominio.

Jünger, como muchos intelectuales de su tiempo, fue afecto al nacionalsocialismo, y defendió muchas de sus posiciones. A partir de 1939, sin embargo, y viendo el uso que estaban haciendo los nazis de los planteamientos de sus obras, procuró marcar una distancia, que no fue suficiente para salvarlo del ostracismo que imponen, a veces, los que escriben las historias. En ese año publica Sobre los acantilados: una intensa narración en la que manifiesta su repulsa por los regímenes dictatoriales.

A diferencia de lo que les ocurrió a muchos miles de intelectuales de la época, su condición de militar profesional, y la protección que le brindó la Wermacht en los momentos más delicados, le permitieron permanecer en Alemania y salir relativamente indemne de la barbarie hitleriana. Personalmente, él evolucionó hacia un nihilismo a ultranza, manifestado en un exilio interior que se prolongó una vez finalizada la II Guerra Mundial, cuando fue sometido al humillante proceso de desnazificación. Hasta el fin de sus días vivió en Alemania del Este, bajo otra tiranía: la del comunismo.




En Eumeswill se prevé una época en la que el igualitarismo y los logros económicos del Estado, las variantes del socialismo, se van a imponer (por la fuerza si es necesario) sobre los derechos ciudadanos: va a imperar la inmemorial política del palo y la zanahoria en la que el palo estará forrado de seda y la zanahoria premiará a quienes vivan de acuerdo con lo que quienes mandan consideren políticamente correcto. En ese contexto, Eumeswill funciona como un tratado de filosofía política y un manual de supervivencia.

Pero es también un agudo análisis del papel del intelectual ante las tiranías o regímenes dictatoriales. El mismo Jünger, excelente escritor y claro pensador, tuvo que vivir la experiencia de estar cerca de un régimen de fuerza y brutalidad. Sin embargo, nada lo ha ubicado en el rol de perseguidor fundamentalista o policía ideológico. Es cierto que tampoco se le conocen actitudes en contrario. De hecho, se inventó una isla, se declaró anarca, y desde allí elaboró su pensamiento y su obra. Fue hasta el fin de sus días un hombre escéptico y sin ilusiones, un hombre distanciado de su sociedad, lo que le permitió mirar el mundo y mirarse a sí mismo. Fue un cazador de fenómenos sociales, como lo fue Manuel Venator (de allí el nombre) en la torre del Cóndor.

En la página que le dedican: www.ernst-juenger.org dice que la obra de Jünger puede servir como hoja de ruta hacia la libertad y el sentido en el paisaje social y espiritual de hoy, especialmente por medio de la figura del anarca: autónomo, pacífico e interiormente libre, a diferencia del anarquista.

Ciertamente, todas las personas tenemos que escoger en alguna oportunidad de la vida, cuál posición es la ética y moralmente correcta en política. Y en los intelectuales esta escogencia está potenciada por el ámbito de influencia que pueden ejercer. Es posible que el aislamiento no sea la mejor posición, pero es una, y es respetable. Lo que sí es preciso evitar es convertirse en perseguidores de todos los que piensan distinto. Y es en este sentido donde encaja la recomendación de la novela de Jünger (si la encuentran).

sábado, 22 de mayo de 2021

Covid 19 is a Symbol of a Much Deeper Infection: The Wetiko Mind Virus (Paul Levy)

It is not a question of trying to convince people that they are not seeing clearly—this rarely seems to work—it is more a question of teaching people the art of seeing. There is a way of “translating” our experience of the global pandemic—with all its multitudinous effects—so as to help us see the wetiko mind-virus that is at the root of the pandemic that, if left unseen, will continue in its devastating effects upon both our world and our minds. Jung spent his whole life arguing for the profundity of what he calls “symbolic awareness” – which is based on recognizing that this universe we live in is an unfolding revelation, a living oracle that is continually speaking symbolically, just like our dreams at night do. When seen as a living symbol of a much deeper infection, Covid-19 opens up both our eyes and our minds to see this deeper infection – the wetiko mind-virus.




Covid-19 is a a Symbol of a Much Deeper Infection - The Wetiko Mind-Virus — Awaken in the Dream

domingo, 18 de abril de 2021

Más allá del muro del sueño (H.P. Lovecraft)

"Me pregunto a menudo si la mayoría de la humanidad se ha parado alguna vez a pensar en la enorme importancia que a veces tienen los sueños, y en el oscuro mundo al que pertenecen. Aunque la mayor parte de nuestras visiones nocturnas no son quizá más que débiles y fantásticos reflejos de nuestras experiencias vigiles —en contra de lo que sostiene Freud con su simbolismo pueril—, hay sin embargo algunas cuyo carácter extramundano y etéreo permite una interpretación excepcional, y cuyo efecto vagamente emocional e inquietante sugiere posibles atisbos de una esfera de existencia mental no menos importante que la vida física, aunque separada de dicha vida por una barrera infranqueable. Según mi experiencia, no cabe duda de que el hombre, una vez perdida la conciencia terrena, reside en una vida incorpórea muy distinta de la vida que conocemos, de la qué, al despertar, sólo perduran los recuerdos más ligeros y confusos. De estos recuerdos fragmentarios y brumosos pueden inferirse muchas cosas, aunque es poco lo que se puede demostrar. Es posible adivinar que en la vida onírica, lo que la tierra entiende por vitalidad y materia no son realidades necesariamente constantes; y que el tiempo y el espacio no existen tal como nuestro yo vigil los comprende. A veces creo que esta vida menos material es nuestra vida más auténtica, y que nuestra vana presencia en el globo terráqueo es en sí misma un fenómeno secundario o meramente virtual". 


Main illustration for the story “Beyond the Wall of Sleep”. Internal illustration from the pulp magazine Weird Tales (March 1938, vol. 31, no. 3, page 331).




miércoles, 24 de febrero de 2021

Visita a Godenholm, Ernst Jünger (extracto)



El mar estaba tan en calma que las olas apenas se rizaban al rozar el pie de los acantilados. Grupos de aves marinas reposaban sobre las aguas. La honda tristeza y la soledad de la playa parecían acentuarse con la visión de esas escuadras de pájaros soñadores, como si se anudara en ellos el vacío. Este, a veces, cobraba voz en el chillido de una gaviota. 

Cuando sonaba uno de esos gritos estridentes y quejumbrosos, un estremecimiento recorría la cara de Moltner. Los largos ayunos la habían demacrado, y la piel, antes tostada por un sol más meridional, tenía ahora un tinte verdoso. Los grises pájaros de ojos rojizos le repugnaban. Veía en ellos la encarnación del elemento espiritual y exangüe cuya pureza le asustaba más aún, ya que discernía que ese era precisamente el peligro y el destino de su vida. La tierra parecía estar tallada en una grisácea corteza cerebral cuando, en la pálida luz de la medianoche, emitió un débil resplandor eléctrico. A los chillidos les siguieron risas burlonas y desgarradoras, que parecían preludiar un nacimiento solemne —eran como gritos proféticos de pájaros augures ante la marea de imágenes—. Evocaban los dolores del parto, a los que Moltner se resistía. Entonces las visiones emergieron desde la profundidad. 

Conforme iba andando por la orilla de la playa, espantaba grupos de pájaros grises. Fue entonces, mientras estos le revoloteaban por la cabeza chillando, cuando vio el pez alrededor del cual se habían agrupado. Era como un espectro plateado, con los ojos desmesurados y el vientre desgarrado. Las tripas blancuzcas estaban esparcidas por la playa. Cada vez que Moltner oía los gritos, la imagen reaparecía, si bien extrañamente transmutada, como si precediera a una conversión total. 

Le recorrió un escalofrío y se envolvió aún más en su abrigo. Ya iba siendo hora de que esto terminara; se iría al día siguiente. Lo decía hablando en voz baja consigo mismo, pues los soliloquios iban haciéndose cada vez más frecuentes. 

«El Sáhara habría sido mejor, al menos hay sol. No obstante, la culpa es mía por haberme quedado tanto tiempo. Debería haber sabido lo que me conviene.» 

Una risa estridente volvió a rasgar la soledad. Moltner se sobrecogió: 

«Haré tres cruces cuando dejé atrás el Brennero. Y esto, después de tantas esperanzas; conozco modos más agradables de destrozarse uno los nervios.» 

Einar, Ulma y Gaspar parecían no hacer mucho caso de sus soliloquios, a los que ya se habían acostumbrado. Contemplaban el contorno de la isla, que comenzaba a perfilarse entre la bruma, mientras Moltner le daba la espalda. En esa estación del año, el sol se elevaba apenas una hora sobre el horizonte; sin embargo, quedaba oculto, ya que su pálido disco no llegaba a sobrepasar la cresta de las montañas. Su luz solo despertaba a las sombras grises que espiritualizaban la tierra y el mar. El silencio de la noche continuaba, de manera que el golpe de los remos podía oírse a gran distancia. 

Moltner, con la cabeza descubierta, estaba sentado en el banco de proa. La sensación que producía su poderoso cráneo se veía acentuada por una calvicie que llegaba hasta más abajo de la coronilla. El pelo que le quedaba cubría las sienes y el cogote a modo 9 visita a godenholm de gorguera. En comparación, el cuerpo era diminuto, por lo que Einar, en cierta ocasión, había bromeado con él llamándole gigante sin abdomen. En Moltner se unían una fuerte voluntad y un afán investigador que siempre buscaba traspasar fronteras. Sin embargo, era demasiado voluble para alcanzar un objetivo distante. Vagaba por los contornos sin ir al fondo, cambiaba de maestros, de ideas y de problemas y fácilmente se decepcionaba. 

Einar y Ulma, sentados en el banco de en medio, miraban hacia delante. En Einar eran patentes los rasgos heredados de sus antepasados flamencos. La cara cuadrangular, con ojos azules, tranquilos y algo fijos, revelaba rasgos campesinos. El pelo rubio le caía por la frente. Vestía casaca de lino, como las que usan los pescadores; entre los pantalones y las recias botas relucían las piernas enrojecidas por el aire salino, y en la mano sostenía un aparejo de pesca. 

Por sus rasgos cabía concluir que era uno de esos caracteres obstinados que captan solo aquello que les agrada, pero que se aferran a ello con tenacidad y perseverancia. Con tales caracteres se pueden crear escuelas, porque lo aprehendido llega a formar parte de su propio ser. Moltner solo veía en ello una falta de sentido crítico.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Strange angel


Strange angel: la historia de Jack Parsons, el ingeniero aeroespacial que soñó con viajar a la Luna mediante el desarrollo de la cohetería, impulsado por la voluntad thelemita de Aleister Crowley. "Amor es la ley. Amor bajo voluntad". La escena en la foto es una de las tantas alucinaciones que tenía Parsons en sus rituales de peyote y de magia sexual, tal vez su mayor miedo imbuido por la contingencia histórica de la época.





domingo, 15 de noviembre de 2020

Fragmentos de "El anticristo" de Friedrich Nietzsche



XV

En el cristianismo, la religión no está en contacto con la realidad. No hay más que causas imaginarias (Dios, el alma, yo, el espíritu, el libre albedrío o el albedrío no libre) y, por supuesto, efectos imaginarios (el pecado, la salvación, la gracia, la expiación, el perdón de los pecados); una relación imaginaria entre los seres (Dios, los espíritus, el alma); una ciencia "natural" que sólo existe en algunas imaginaciones (antropocéntrica con carencia absoluta del concepto de las causas naturales); una psicología imaginaria, (nada más que equivocaciones, interpretaciones de sentimientos generales, agradables o desagradables, tales como los diversos estados del gran simpático, mediante el lenguaje figurado de las idiosincrasias morales y religiosas: el arrepentimiento, la voz de la conciencia, la tentación del espíritu maligno, la presencia de dios); una teología imaginaria (el reino de dios, el juicio final, la vida eterna).
Ese mundo de ficciones se distingue, desfavorablemente para él, del mundo de ensueño, en que éste refleja la realidad, mientras que el otro no hace más que falsearla para negarla y después despreciarla. Desde que se inventó el concepto Naturaleza en oposición al concepto Dios, natural se hizo sinónimo de despreciable y todo ese mundo de puras ficciones tiene su base en el odio contra lo natural, contra la realidad; es la expresión de una profunda aversión a la realidad. Esto explica todo. ¿Quién es el único que tiene motivos para salirse de la realidad por medio de una mentira? Aquel a quien la realidad hace padecer. Y padecer, en este caso, significa ser una realidad frustrada. La preponderancia del sentimiento de no placer sobre el placer, es la causa de esta religión y esta moral ficticias: este exceso da exacta idea de lo que es la decadencia.

XVI

Si analizamos el concepto cristiano de dios obtendremos una conclusión análoga. Un pueblo que conserva la fe en sí mismo, tiene también un Dios que le pertenece. En ese Dios admira y adora las condiciones que le han hecho triunfar, sus virtudes; proyecta la sensación del placer que se causa a sí mismo y el sentimiento de su poder, en un ser al que puede dar gracias por ello. El rico quiere aparecer como dadivoso; un pueblo altivo necesita un Dios ante quien sacrificar... En estas circunstancias, la religión es una forma de la gratitud. El hombre está agradecido consigo mismo y por eso necesita un Dios que le pueda ayudar y dañar, que sea amigo y enemigo, a quien se admira en lo bueno y se respeta y teme en lo malo. Esto hace indeseable la castración antinatural de un Dios, que lo convierte en Dios del bien únicamente. Es necesario el Dios malo complemento del Dios bueno. No debe el hombre su propia existencia a la tolerancia y a la filantropía. ¿Qué valdría un dios ajeno a la ira, a la venganza, a la envidia, a la burla, a la astucia, a la violencia; incapaz de sentir acaso los ardientes ardores de la victoria y del aniquilamiento? No se comprende un Dios de esta naturaleza. Pero cuando un pueblo perece, cuando siente desaparecer definitivamente su fe en el porvenir y su esperanza en la libertad; cuando la sumisión le parece una necesidad y las virtudes de la sumisión entran en su conciencia como un requisito de la conservación, entonces es preciso que su Dios se transforme. Se vuelve santurrón, miedoso, humilde, aconseja la paz del alma, el destierro del odio, las contemplaciones, el amor al prójimo. No hace más que moralizar, arrastrarse en la madriguera de las morales privadas, volviéndose el Dios de todo el mundo, el Dios de la vida privada, se torna cosmopolita. Antaño representaba un pueblo, la fuerza de un pueblo, todo lo que es agresivo y sediento de poder en el alma de un pueblo: ahora no es ya más que un Dios bueno... Esta alternativa, es común a todos los dioses: o son la voluntad de dominio y entonces son los dioses de un pueblo, o son la total impotencia y entonces se vuelven buenos a la fuerza.

XVII

Siempre que la voluntad de la potencia disminuya, puede afirmarse que existe un retroceso fisiológico, una decadencia. La divinidad de la decadencia se torna fatalmente en el Dios de los que se hallan en un estado de regresión fisiológica, en el Dios de los débiles. Más no se llaman a sí mismos los débiles, se llaman los buenos. Se comprende, con solo una ligera indicación, en qué momento de la historia se hará posible la ficción de un Dios bueno y un Dios malo. El mismo instinto de que se valen los sometidos para rebajar su Dios al bien en sí, los hace despojar de sus buenas cualidades al Dios de los vencedores: se vengan de sus amos diabolizando al dios de estos. El Dios bueno y el Demonio son productos de la decadencia. ¿Es creible que hoy nos sometamos aún a la simpleza de los teólogos cristianos y admitamos con ellos el desenvolvimiento de la idea de Dios, desde Jehová, Dios de Israel, Dios de un pueblo, hasta llegar a la concepción del Dios cristiano, detentador del sumo bien? Incluso Renán ha hecho esto, como si le fuese disculpable por ser Renán. Cuando del concepto de Dios se elimina la vida ascendente y todo lo que es fuerte, valiente, sobervio, altivo; cuando ese concepto viene a menos, paso a paso hasta convertirse en símbolo de una tabla de salvación para todos los que se ahogan; cuando se hace de Dios el Dios de los pecadores, de los enfermos, y si los atributos de Salvador y Redentor vienen a ser los únicos atributos divinos, ¿a dónde nos conduciría semejante transformación y redención en lo divino?
No cabe duda de que el reino de Dios se ensancha. Antes Dios no tenía más que su pueblo, su pueblo elegido. Pero después se va al extranjero, como su pueblo, comienza a viajar sin echar raíces en parte alguna, hasta que al fin llega a estar en todas partes en su casa, hasta que tiene a su lado a la mayoría, a medio mundo. Pero el Dios de la multitud, el demócrata entre los Dioses, no se convirtió siquiera en un altivo Dios pagano; continuó siendo judío, el dios de las encrucijadas misteriosas, de los rincones y de los parajes oscuros de todos los barrios malsanos del mundo. Su reino universal es ahora, como antes, un reino subterráneo, un hospital, un reino de judería. Y aún él, ¡qué pálido, qué débil, qué decadente!... Los más lívidos entre los seres pálidos, los señores metafísicos, esos albinos del pensamiento, lo secuestraron y tejieron tan bien la tela a su alrededor, que, hipnotizado por sus movimientos, se convirtió en Araña, en metafísico. De entonces acá se puso a devanar el mundo fuera de sí mismo, sub specie Spinozae, se transfiguró en una cosa cada vez más sutil, cada vez más pálida; se tornó ideal, espíritu puro, absolutum, cosa en sí. La ruina de Dios. Transformóse en la cosa en sí.

XVIII

El concepto que de su Dios tienen los cristianos -Dios: el Dios de los enfermos; el Dios-araña; el Dios-espíritu-, es uno de los conceptos divinos más corrompidos que han existido en el mundo; quizás está al más bajo nivel de la evolución descendente del tipo divino; es un Dios degenerado al extremo de estar en contradicción con la vida, en vez de ser su afirmación y glorificación eterna. ¡Declarar la guerra, en nombre de Dios, a la vida, a la Naturaleza, a la voluntad de vivir! ¡Dios, la fórmula de todas las calumnias contra lo de aquí abajo, de todas las mentiras del más allá! ¡El no-ser divinizado en Dios, la voluntad de la nada, santificada!

Tito Fernández, "El Temucano"



Mucho se ha especulado respecto a la faceta oculta de Tito Fernández, “El Temucano”, a propósito de las acusaciones por supuesto abuso sexual y violación, de parte de tres mujeres que participaban de la denominada logia Tallis, de la cual Fernández habría sido maestro. Más allá del proceso judicial que lleva en su contra, sus incursiones en el esoterismo nos conducirán a un terreno hasta ahora desconocido, uno que dice relación con ritos secretos en el límite de lo prohibido, revelaciones e incluso encuentros con seres sobrenaturales. Primero hay que remontarse a los años 70. En un texto escrito por Carlos Ravest Letelier se habla sobre un grupo de artistas chilenos conformado por Humberto Fernández, Gloria Benavides, Marcelo Hernández, Jorge Cruz y Patricia Chávez, quienes emprendieron en el año 74 una gira por el Norte Grande de Chile, lugar en el que habrían sido testigos de un encuentro cercano con Ovnis en la carretera interprovincial. Durante el trayecto, Marcelo Hernández habría divisado una ampolleta a un costado de la ruta, la cual luego se encendería de tal forma que asemejaba una luz blanca aumentando su intensidad y cubriendo gran parte de la carretera en medio de la noche como un pequeño Sol. Para Tito Fernández, esa luz blanca era un Ovni. Más adelante, aparecerían otras luces que se iban haciendo más intensas a medida que avanzaban. El grupo de artistas se encontró luego con unos camioneros que también divisaron aquellas luces profusas. Entonces, con los focos de los camiones apuntaron hacia ellas, para evitarlas y continuar así la ruta de regreso, hasta llegar a una aduana en donde habría desaparecido la caravana lumínica. Al volver del misterioso viaje, muchos ufólogos se contactaron con El Temucano para poder analizar a fondo la existencia de un contingente espacial que podría habar aparecido en el salar de Atacama, justo después de aquel incidente.

La experiencia ufológica vivida por Tito Fernandez lo inspiró a escribir un libro titulado “El mensaje de Sirio”, en el cual explica las consecuencias del contacto personal con aquel “ente” en el corazón del desierto nortino. Según El Temucano, el ser alienígena se habría contactado luego con éste de manera telepática, para compartirle una serie de conocimientos ocultos relacionados con el sentido de la existencia, la personalidad del ser humano, los diferentes cuerpos y el paso hacia otras vidas. Fue así que se dedicó a estudiar en profundidad estos temas a raíz de aquella experiencia, para llegar a fundar una ONG llamada Centro Integral de Estudios Metafísicos, en cuyos archivos se almacena una gran cantidad de conocimientos asociados a dicha revelación. Se podría llegar a afirmar, con certeza, que este episodio –o su interpretación- llevó a El Temucano a desarrollar un camino a través del cual pasaría de ser un simple aficionado a un verdadero maestro espiritual. La tan renombrada logia “Tallis”, considerada de carácter sexual y mágica, sería aquella a la cual podrían acceder ciertos aprendices una vez conseguidos ciertos niveles a partir de su ingreso al Centro Integral de Estudios Metafísicos. Esos niveles se distribuyen de acuerdo a una jerarquía como en una sociedad secreta. Primero, los aspirantes; luego, los estudiantes; después, los hermanos, ordinarios; para pasar a los oficiales, los vigilantes, los sacerdotes y sacerdotisas y, finalmente, el maestro, que, dentro de la jerarquía, se encuentra un nivel más abajo que “Dios”. Según consta en el reportaje que se reveló a la luz pública, El Temucano era el maestro de esta logia, y el impulsor de CIEM, el Centro especializado en captar a personas motivadas quizá por búsquedas personales o inquietudes intelectuales. Las mujeres querellantes habrían participado activamente tanto del CIEM como de Tallis, según ellas, inducidas por su vulnerabilidad emocional, su obediencia dentro de la jerarquía y su profunda devoción. Después de la denuncia, una de las antiguas aprendices ha confirmado la cualidad de líder de Tito Fernández dentro de la logia y también ha afirmado la existencia de la jerarquía, en circunstancias en que su otrora maestro lo ha desmentido completamente, señalando que él era solo un mensajero de un contenido escrito por los verdaderos maestros, los sabios que estaban siendo motivo de estudio en aquel entonces. 

En una entrevista que le hicieron al cantautor, preguntándole sobre este aspecto esotérico, él mencionaba algo sobre los Siete Principios Universales. Hacía énfasis en el Principio de Causa Efecto. La lógica de la iniciación guarda directa concordancia con este principio. Entonces, de acuerdo a esto, las aprendices eran quienes acudieron a él por voluntad propia. Ellas fueron las que aceptaron estudiar en el CIEM para luego ir avanzando en los siguientes niveles. La opinión pública, en cambio, sostiene la tesis del sometimiento mental, la relación de poder que habría generado El Temucano sobre sus aprendices o sus “víctimas” para aprovecharse de ellas, denegándoles así cualquier atisbo de responsabilidad respecto de lo sucedido. Tito Fernández ha insistido en que se ha creado un auténtico “Frankestein” a raíz del caso. Dice que se ha mezclado su participación en el grupo Tallis con una serie de situaciones consideradas delictivas, satanizando su figura de manera –a su juicio- injustificada. Todo indica que a esa vereda apunta, lamentablemente, la prensa: al aspecto exotérico que ha llegado a criminalizar a El Temucano, pasando a llevar su derecho a la presunción de inocencia, sin respeto por el debido proceso legal. 

Por esto, para seguir ahondando en esa faceta suya, con mayor altura de miras y profundidad, habría que empezar a desligarla del caso penal que la ha expuesto de la peor forma posible; abstraerla de la causa en su contra para poder indagar en el por qué de sus motivaciones, en el contenido de sus reflexiones, en el trasfondo que trasuntan. De modo que, detrás del bullado caso judicial, hay todo un universo de relaciones que han ido configurando el camino esotérico emprendido por El Temucano hace décadas. A pesar de lo enrevesado que pueda parecer este universo, en el que se confunden ufólogos, rituales chamánicos, psicología transpersonal y personajes televisivos, es posible rescatar ciertas obras del cantautor, asociadas a la sabiduría ancestral o al misticismo, tales como el Curso básico de Metafísica, el Libro Patrón, el Libro de las Afirmaciones Positivas, El Cuaderno Mágico, El camino del silencio, El libro de las oraciones, El Tarot o El libro maestro de la Astrología. Basta con leer un poco de esta obra legada por Fernández para comprender el auténtico fondo del asunto, en donde, por ejemplo, se cita a Gurdjeff como maestro místico del Cuarto Camino; o en donde se cita el mismísimo Kybalion, estudiado a su vez por John Baines (Darío Salas Sommer), el fundador del Instituto Filosófico Hermético al cual Fernández perteneció durante los años ochenta. Tenemos entonces que detrás de El Temucano hay mucho más que Tallis, que CIEM o que una teoría de la conspiración repleta de charlatanería. Detrás de El Temucano se puede leer una genuina historia de iniciación a la chilena. Él mismo lo dijo: Él no es ningún maestro. Los maestros son otros. Mataron su reputación, pero su leyenda le sobrevive. 

El Hombre de Mimbre: Solazante muerte de un católico.