domingo, 15 de noviembre de 2020

Tito Fernández, "El Temucano"



Mucho se ha especulado respecto a la faceta oculta de Tito Fernández, “El Temucano”, a propósito de las acusaciones por supuesto abuso sexual y violación, de parte de tres mujeres que participaban de la denominada logia Tallis, de la cual Fernández habría sido maestro. Más allá del proceso judicial que lleva en su contra, sus incursiones en el esoterismo nos conducirán a un terreno hasta ahora desconocido, uno que dice relación con ritos secretos en el límite de lo prohibido, revelaciones e incluso encuentros con seres sobrenaturales. Primero hay que remontarse a los años 70. En un texto escrito por Carlos Ravest Letelier se habla sobre un grupo de artistas chilenos conformado por Humberto Fernández, Gloria Benavides, Marcelo Hernández, Jorge Cruz y Patricia Chávez, quienes emprendieron en el año 74 una gira por el Norte Grande de Chile, lugar en el que habrían sido testigos de un encuentro cercano con Ovnis en la carretera interprovincial. Durante el trayecto, Marcelo Hernández habría divisado una ampolleta a un costado de la ruta, la cual luego se encendería de tal forma que asemejaba una luz blanca aumentando su intensidad y cubriendo gran parte de la carretera en medio de la noche como un pequeño Sol. Para Tito Fernández, esa luz blanca era un Ovni. Más adelante, aparecerían otras luces que se iban haciendo más intensas a medida que avanzaban. El grupo de artistas se encontró luego con unos camioneros que también divisaron aquellas luces profusas. Entonces, con los focos de los camiones apuntaron hacia ellas, para evitarlas y continuar así la ruta de regreso, hasta llegar a una aduana en donde habría desaparecido la caravana lumínica. Al volver del misterioso viaje, muchos ufólogos se contactaron con El Temucano para poder analizar a fondo la existencia de un contingente espacial que podría habar aparecido en el salar de Atacama, justo después de aquel incidente.

La experiencia ufológica vivida por Tito Fernandez lo inspiró a escribir un libro titulado “El mensaje de Sirio”, en el cual explica las consecuencias del contacto personal con aquel “ente” en el corazón del desierto nortino. Según El Temucano, el ser alienígena se habría contactado luego con éste de manera telepática, para compartirle una serie de conocimientos ocultos relacionados con el sentido de la existencia, la personalidad del ser humano, los diferentes cuerpos y el paso hacia otras vidas. Fue así que se dedicó a estudiar en profundidad estos temas a raíz de aquella experiencia, para llegar a fundar una ONG llamada Centro Integral de Estudios Metafísicos, en cuyos archivos se almacena una gran cantidad de conocimientos asociados a dicha revelación. Se podría llegar a afirmar, con certeza, que este episodio –o su interpretación- llevó a El Temucano a desarrollar un camino a través del cual pasaría de ser un simple aficionado a un verdadero maestro espiritual. La tan renombrada logia “Tallis”, considerada de carácter sexual y mágica, sería aquella a la cual podrían acceder ciertos aprendices una vez conseguidos ciertos niveles a partir de su ingreso al Centro Integral de Estudios Metafísicos. Esos niveles se distribuyen de acuerdo a una jerarquía como en una sociedad secreta. Primero, los aspirantes; luego, los estudiantes; después, los hermanos, ordinarios; para pasar a los oficiales, los vigilantes, los sacerdotes y sacerdotisas y, finalmente, el maestro, que, dentro de la jerarquía, se encuentra un nivel más abajo que “Dios”. Según consta en el reportaje que se reveló a la luz pública, El Temucano era el maestro de esta logia, y el impulsor de CIEM, el Centro especializado en captar a personas motivadas quizá por búsquedas personales o inquietudes intelectuales. Las mujeres querellantes habrían participado activamente tanto del CIEM como de Tallis, según ellas, inducidas por su vulnerabilidad emocional, su obediencia dentro de la jerarquía y su profunda devoción. Después de la denuncia, una de las antiguas aprendices ha confirmado la cualidad de líder de Tito Fernández dentro de la logia y también ha afirmado la existencia de la jerarquía, en circunstancias en que su otrora maestro lo ha desmentido completamente, señalando que él era solo un mensajero de un contenido escrito por los verdaderos maestros, los sabios que estaban siendo motivo de estudio en aquel entonces. 

En una entrevista que le hicieron al cantautor, preguntándole sobre este aspecto esotérico, él mencionaba algo sobre los Siete Principios Universales. Hacía énfasis en el Principio de Causa Efecto. La lógica de la iniciación guarda directa concordancia con este principio. Entonces, de acuerdo a esto, las aprendices eran quienes acudieron a él por voluntad propia. Ellas fueron las que aceptaron estudiar en el CIEM para luego ir avanzando en los siguientes niveles. La opinión pública, en cambio, sostiene la tesis del sometimiento mental, la relación de poder que habría generado El Temucano sobre sus aprendices o sus “víctimas” para aprovecharse de ellas, denegándoles así cualquier atisbo de responsabilidad respecto de lo sucedido. Tito Fernández ha insistido en que se ha creado un auténtico “Frankestein” a raíz del caso. Dice que se ha mezclado su participación en el grupo Tallis con una serie de situaciones consideradas delictivas, satanizando su figura de manera –a su juicio- injustificada. Todo indica que a esa vereda apunta, lamentablemente, la prensa: al aspecto exotérico que ha llegado a criminalizar a El Temucano, pasando a llevar su derecho a la presunción de inocencia, sin respeto por el debido proceso legal. 

Por esto, para seguir ahondando en esa faceta suya, con mayor altura de miras y profundidad, habría que empezar a desligarla del caso penal que la ha expuesto de la peor forma posible; abstraerla de la causa en su contra para poder indagar en el por qué de sus motivaciones, en el contenido de sus reflexiones, en el trasfondo que trasuntan. De modo que, detrás del bullado caso judicial, hay todo un universo de relaciones que han ido configurando el camino esotérico emprendido por El Temucano hace décadas. A pesar de lo enrevesado que pueda parecer este universo, en el que se confunden ufólogos, rituales chamánicos, psicología transpersonal y personajes televisivos, es posible rescatar ciertas obras del cantautor, asociadas a la sabiduría ancestral o al misticismo, tales como el Curso básico de Metafísica, el Libro Patrón, el Libro de las Afirmaciones Positivas, El Cuaderno Mágico, El camino del silencio, El libro de las oraciones, El Tarot o El libro maestro de la Astrología. Basta con leer un poco de esta obra legada por Fernández para comprender el auténtico fondo del asunto, en donde, por ejemplo, se cita a Gurdjeff como maestro místico del Cuarto Camino; o en donde se cita el mismísimo Kybalion, estudiado a su vez por John Baines (Darío Salas Sommer), el fundador del Instituto Filosófico Hermético al cual Fernández perteneció durante los años ochenta. Tenemos entonces que detrás de El Temucano hay mucho más que Tallis, que CIEM o que una teoría de la conspiración repleta de charlatanería. Detrás de El Temucano se puede leer una genuina historia de iniciación a la chilena. Él mismo lo dijo: Él no es ningún maestro. Los maestros son otros. Mataron su reputación, pero su leyenda le sobrevive. 

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