domingo, 15 de noviembre de 2020

Fragmentos de "El anticristo" de Friedrich Nietzsche



XV

En el cristianismo, la religión no está en contacto con la realidad. No hay más que causas imaginarias (Dios, el alma, yo, el espíritu, el libre albedrío o el albedrío no libre) y, por supuesto, efectos imaginarios (el pecado, la salvación, la gracia, la expiación, el perdón de los pecados); una relación imaginaria entre los seres (Dios, los espíritus, el alma); una ciencia "natural" que sólo existe en algunas imaginaciones (antropocéntrica con carencia absoluta del concepto de las causas naturales); una psicología imaginaria, (nada más que equivocaciones, interpretaciones de sentimientos generales, agradables o desagradables, tales como los diversos estados del gran simpático, mediante el lenguaje figurado de las idiosincrasias morales y religiosas: el arrepentimiento, la voz de la conciencia, la tentación del espíritu maligno, la presencia de dios); una teología imaginaria (el reino de dios, el juicio final, la vida eterna).
Ese mundo de ficciones se distingue, desfavorablemente para él, del mundo de ensueño, en que éste refleja la realidad, mientras que el otro no hace más que falsearla para negarla y después despreciarla. Desde que se inventó el concepto Naturaleza en oposición al concepto Dios, natural se hizo sinónimo de despreciable y todo ese mundo de puras ficciones tiene su base en el odio contra lo natural, contra la realidad; es la expresión de una profunda aversión a la realidad. Esto explica todo. ¿Quién es el único que tiene motivos para salirse de la realidad por medio de una mentira? Aquel a quien la realidad hace padecer. Y padecer, en este caso, significa ser una realidad frustrada. La preponderancia del sentimiento de no placer sobre el placer, es la causa de esta religión y esta moral ficticias: este exceso da exacta idea de lo que es la decadencia.

XVI

Si analizamos el concepto cristiano de dios obtendremos una conclusión análoga. Un pueblo que conserva la fe en sí mismo, tiene también un Dios que le pertenece. En ese Dios admira y adora las condiciones que le han hecho triunfar, sus virtudes; proyecta la sensación del placer que se causa a sí mismo y el sentimiento de su poder, en un ser al que puede dar gracias por ello. El rico quiere aparecer como dadivoso; un pueblo altivo necesita un Dios ante quien sacrificar... En estas circunstancias, la religión es una forma de la gratitud. El hombre está agradecido consigo mismo y por eso necesita un Dios que le pueda ayudar y dañar, que sea amigo y enemigo, a quien se admira en lo bueno y se respeta y teme en lo malo. Esto hace indeseable la castración antinatural de un Dios, que lo convierte en Dios del bien únicamente. Es necesario el Dios malo complemento del Dios bueno. No debe el hombre su propia existencia a la tolerancia y a la filantropía. ¿Qué valdría un dios ajeno a la ira, a la venganza, a la envidia, a la burla, a la astucia, a la violencia; incapaz de sentir acaso los ardientes ardores de la victoria y del aniquilamiento? No se comprende un Dios de esta naturaleza. Pero cuando un pueblo perece, cuando siente desaparecer definitivamente su fe en el porvenir y su esperanza en la libertad; cuando la sumisión le parece una necesidad y las virtudes de la sumisión entran en su conciencia como un requisito de la conservación, entonces es preciso que su Dios se transforme. Se vuelve santurrón, miedoso, humilde, aconseja la paz del alma, el destierro del odio, las contemplaciones, el amor al prójimo. No hace más que moralizar, arrastrarse en la madriguera de las morales privadas, volviéndose el Dios de todo el mundo, el Dios de la vida privada, se torna cosmopolita. Antaño representaba un pueblo, la fuerza de un pueblo, todo lo que es agresivo y sediento de poder en el alma de un pueblo: ahora no es ya más que un Dios bueno... Esta alternativa, es común a todos los dioses: o son la voluntad de dominio y entonces son los dioses de un pueblo, o son la total impotencia y entonces se vuelven buenos a la fuerza.

XVII

Siempre que la voluntad de la potencia disminuya, puede afirmarse que existe un retroceso fisiológico, una decadencia. La divinidad de la decadencia se torna fatalmente en el Dios de los que se hallan en un estado de regresión fisiológica, en el Dios de los débiles. Más no se llaman a sí mismos los débiles, se llaman los buenos. Se comprende, con solo una ligera indicación, en qué momento de la historia se hará posible la ficción de un Dios bueno y un Dios malo. El mismo instinto de que se valen los sometidos para rebajar su Dios al bien en sí, los hace despojar de sus buenas cualidades al Dios de los vencedores: se vengan de sus amos diabolizando al dios de estos. El Dios bueno y el Demonio son productos de la decadencia. ¿Es creible que hoy nos sometamos aún a la simpleza de los teólogos cristianos y admitamos con ellos el desenvolvimiento de la idea de Dios, desde Jehová, Dios de Israel, Dios de un pueblo, hasta llegar a la concepción del Dios cristiano, detentador del sumo bien? Incluso Renán ha hecho esto, como si le fuese disculpable por ser Renán. Cuando del concepto de Dios se elimina la vida ascendente y todo lo que es fuerte, valiente, sobervio, altivo; cuando ese concepto viene a menos, paso a paso hasta convertirse en símbolo de una tabla de salvación para todos los que se ahogan; cuando se hace de Dios el Dios de los pecadores, de los enfermos, y si los atributos de Salvador y Redentor vienen a ser los únicos atributos divinos, ¿a dónde nos conduciría semejante transformación y redención en lo divino?
No cabe duda de que el reino de Dios se ensancha. Antes Dios no tenía más que su pueblo, su pueblo elegido. Pero después se va al extranjero, como su pueblo, comienza a viajar sin echar raíces en parte alguna, hasta que al fin llega a estar en todas partes en su casa, hasta que tiene a su lado a la mayoría, a medio mundo. Pero el Dios de la multitud, el demócrata entre los Dioses, no se convirtió siquiera en un altivo Dios pagano; continuó siendo judío, el dios de las encrucijadas misteriosas, de los rincones y de los parajes oscuros de todos los barrios malsanos del mundo. Su reino universal es ahora, como antes, un reino subterráneo, un hospital, un reino de judería. Y aún él, ¡qué pálido, qué débil, qué decadente!... Los más lívidos entre los seres pálidos, los señores metafísicos, esos albinos del pensamiento, lo secuestraron y tejieron tan bien la tela a su alrededor, que, hipnotizado por sus movimientos, se convirtió en Araña, en metafísico. De entonces acá se puso a devanar el mundo fuera de sí mismo, sub specie Spinozae, se transfiguró en una cosa cada vez más sutil, cada vez más pálida; se tornó ideal, espíritu puro, absolutum, cosa en sí. La ruina de Dios. Transformóse en la cosa en sí.

XVIII

El concepto que de su Dios tienen los cristianos -Dios: el Dios de los enfermos; el Dios-araña; el Dios-espíritu-, es uno de los conceptos divinos más corrompidos que han existido en el mundo; quizás está al más bajo nivel de la evolución descendente del tipo divino; es un Dios degenerado al extremo de estar en contradicción con la vida, en vez de ser su afirmación y glorificación eterna. ¡Declarar la guerra, en nombre de Dios, a la vida, a la Naturaleza, a la voluntad de vivir! ¡Dios, la fórmula de todas las calumnias contra lo de aquí abajo, de todas las mentiras del más allá! ¡El no-ser divinizado en Dios, la voluntad de la nada, santificada!

Tito Fernández, "El Temucano"



Mucho se ha especulado respecto a la faceta oculta de Tito Fernández, “El Temucano”, a propósito de las acusaciones por supuesto abuso sexual y violación, de parte de tres mujeres que participaban de la denominada logia Tallis, de la cual Fernández habría sido maestro. Más allá del proceso judicial que lleva en su contra, sus incursiones en el esoterismo nos conducirán a un terreno hasta ahora desconocido, uno que dice relación con ritos secretos en el límite de lo prohibido, revelaciones e incluso encuentros con seres sobrenaturales. Primero hay que remontarse a los años 70. En un texto escrito por Carlos Ravest Letelier se habla sobre un grupo de artistas chilenos conformado por Humberto Fernández, Gloria Benavides, Marcelo Hernández, Jorge Cruz y Patricia Chávez, quienes emprendieron en el año 74 una gira por el Norte Grande de Chile, lugar en el que habrían sido testigos de un encuentro cercano con Ovnis en la carretera interprovincial. Durante el trayecto, Marcelo Hernández habría divisado una ampolleta a un costado de la ruta, la cual luego se encendería de tal forma que asemejaba una luz blanca aumentando su intensidad y cubriendo gran parte de la carretera en medio de la noche como un pequeño Sol. Para Tito Fernández, esa luz blanca era un Ovni. Más adelante, aparecerían otras luces que se iban haciendo más intensas a medida que avanzaban. El grupo de artistas se encontró luego con unos camioneros que también divisaron aquellas luces profusas. Entonces, con los focos de los camiones apuntaron hacia ellas, para evitarlas y continuar así la ruta de regreso, hasta llegar a una aduana en donde habría desaparecido la caravana lumínica. Al volver del misterioso viaje, muchos ufólogos se contactaron con El Temucano para poder analizar a fondo la existencia de un contingente espacial que podría habar aparecido en el salar de Atacama, justo después de aquel incidente.

La experiencia ufológica vivida por Tito Fernandez lo inspiró a escribir un libro titulado “El mensaje de Sirio”, en el cual explica las consecuencias del contacto personal con aquel “ente” en el corazón del desierto nortino. Según El Temucano, el ser alienígena se habría contactado luego con éste de manera telepática, para compartirle una serie de conocimientos ocultos relacionados con el sentido de la existencia, la personalidad del ser humano, los diferentes cuerpos y el paso hacia otras vidas. Fue así que se dedicó a estudiar en profundidad estos temas a raíz de aquella experiencia, para llegar a fundar una ONG llamada Centro Integral de Estudios Metafísicos, en cuyos archivos se almacena una gran cantidad de conocimientos asociados a dicha revelación. Se podría llegar a afirmar, con certeza, que este episodio –o su interpretación- llevó a El Temucano a desarrollar un camino a través del cual pasaría de ser un simple aficionado a un verdadero maestro espiritual. La tan renombrada logia “Tallis”, considerada de carácter sexual y mágica, sería aquella a la cual podrían acceder ciertos aprendices una vez conseguidos ciertos niveles a partir de su ingreso al Centro Integral de Estudios Metafísicos. Esos niveles se distribuyen de acuerdo a una jerarquía como en una sociedad secreta. Primero, los aspirantes; luego, los estudiantes; después, los hermanos, ordinarios; para pasar a los oficiales, los vigilantes, los sacerdotes y sacerdotisas y, finalmente, el maestro, que, dentro de la jerarquía, se encuentra un nivel más abajo que “Dios”. Según consta en el reportaje que se reveló a la luz pública, El Temucano era el maestro de esta logia, y el impulsor de CIEM, el Centro especializado en captar a personas motivadas quizá por búsquedas personales o inquietudes intelectuales. Las mujeres querellantes habrían participado activamente tanto del CIEM como de Tallis, según ellas, inducidas por su vulnerabilidad emocional, su obediencia dentro de la jerarquía y su profunda devoción. Después de la denuncia, una de las antiguas aprendices ha confirmado la cualidad de líder de Tito Fernández dentro de la logia y también ha afirmado la existencia de la jerarquía, en circunstancias en que su otrora maestro lo ha desmentido completamente, señalando que él era solo un mensajero de un contenido escrito por los verdaderos maestros, los sabios que estaban siendo motivo de estudio en aquel entonces. 

En una entrevista que le hicieron al cantautor, preguntándole sobre este aspecto esotérico, él mencionaba algo sobre los Siete Principios Universales. Hacía énfasis en el Principio de Causa Efecto. La lógica de la iniciación guarda directa concordancia con este principio. Entonces, de acuerdo a esto, las aprendices eran quienes acudieron a él por voluntad propia. Ellas fueron las que aceptaron estudiar en el CIEM para luego ir avanzando en los siguientes niveles. La opinión pública, en cambio, sostiene la tesis del sometimiento mental, la relación de poder que habría generado El Temucano sobre sus aprendices o sus “víctimas” para aprovecharse de ellas, denegándoles así cualquier atisbo de responsabilidad respecto de lo sucedido. Tito Fernández ha insistido en que se ha creado un auténtico “Frankestein” a raíz del caso. Dice que se ha mezclado su participación en el grupo Tallis con una serie de situaciones consideradas delictivas, satanizando su figura de manera –a su juicio- injustificada. Todo indica que a esa vereda apunta, lamentablemente, la prensa: al aspecto exotérico que ha llegado a criminalizar a El Temucano, pasando a llevar su derecho a la presunción de inocencia, sin respeto por el debido proceso legal. 

Por esto, para seguir ahondando en esa faceta suya, con mayor altura de miras y profundidad, habría que empezar a desligarla del caso penal que la ha expuesto de la peor forma posible; abstraerla de la causa en su contra para poder indagar en el por qué de sus motivaciones, en el contenido de sus reflexiones, en el trasfondo que trasuntan. De modo que, detrás del bullado caso judicial, hay todo un universo de relaciones que han ido configurando el camino esotérico emprendido por El Temucano hace décadas. A pesar de lo enrevesado que pueda parecer este universo, en el que se confunden ufólogos, rituales chamánicos, psicología transpersonal y personajes televisivos, es posible rescatar ciertas obras del cantautor, asociadas a la sabiduría ancestral o al misticismo, tales como el Curso básico de Metafísica, el Libro Patrón, el Libro de las Afirmaciones Positivas, El Cuaderno Mágico, El camino del silencio, El libro de las oraciones, El Tarot o El libro maestro de la Astrología. Basta con leer un poco de esta obra legada por Fernández para comprender el auténtico fondo del asunto, en donde, por ejemplo, se cita a Gurdjeff como maestro místico del Cuarto Camino; o en donde se cita el mismísimo Kybalion, estudiado a su vez por John Baines (Darío Salas Sommer), el fundador del Instituto Filosófico Hermético al cual Fernández perteneció durante los años ochenta. Tenemos entonces que detrás de El Temucano hay mucho más que Tallis, que CIEM o que una teoría de la conspiración repleta de charlatanería. Detrás de El Temucano se puede leer una genuina historia de iniciación a la chilena. Él mismo lo dijo: Él no es ningún maestro. Los maestros son otros. Mataron su reputación, pero su leyenda le sobrevive. 

El Hombre de Mimbre: Solazante muerte de un católico.